viernes, 27 de septiembre de 2013

Coma terminal

Millones de abismos
y yo aún sigo
cayendo a tu vacío.
Toneladas de arena
y yo, como un niño,
haciendo castillos
en tu playa.

Tenerte
siempre fue un vendaval.
Una racha de viento
avivando un incendio,
un tira pero no afloja;
la combustión
de la estrella polar
en el infierno,
el ansia del lobo
por rozar la piel
de Caperucita Roja.

Buscarte, en cambio,
nunca fue difícil.
Sabía que pasara
lo que pasara,
tú estarías escondida
entre los pliegues
del cuello de mi camisa.
Era consciente, también,
de tu debilidad crónica
por el gris de mis ojos.

Siento haberte descubierto.
Hay verdades
sobre las que una mirada
no sabe mentir.

Me quisiste a morir,
a matar, a sufrir,
a volar, a gritar,
a reír;
a crujir, a curar,
a fingir, a perdonar,
a llorar, a vivir.
También me enseñaste a ello.

Aún así,
no me he ido de aquí.

La piedra sigue siendo
la misma,
no ha cambiado siquiera
el olor del barro del terreno,
ni la forma
de las gotas de lluvia.
Siguen, incluso,
las huellas
de cuando nos solíamos pisar.

No me culpéis,
no lo puedo evitar.
Sus frases estaban cargadas
de puntos finales
y su única coma
resultó ser terminal.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Lluvia eterna

Mi mayor defecto
siempre fue
querer a destiempo.
Vivir a un lado de relojes
mientras jugaba
con su arena,
imaginando que mis castillos
soportarian las mareas.

Supongo que tampoco
encontré nunca mi lugar.
He perseguido
cientos de siluetas
con tacones
por todos los balcones
de la ciudad.

Qué os voy a contar.
El ron y el vino
entraron en mis venas
cuando la sangre
estaba demasiado débil
para continuar.

He dormido
en tantos sueños
que llegué a tener pánico
de despertar,
he olvidado en tantos bares
que el alcohol es lo único
me ayuda a recordar.

Y ahora,
apoyado en la barra,
cae sobre mi memoria
la imagen de aquel día
que una chica me dijo:
"Tienes la sonrisa
más triste que he visto
en mi vida".

Desde ese momento
he ido notando
cómo las lágrimas
me salen de la boca
y mis ojos coleccionan
una serie
de batallas perdidas,
(por no decir derrotas)
firmadas bajo el seudónimo
de Alegría.

Yo, me limito
a refugiarme
allí donde la lluvia
es sinónimo de felicidad.
Al menos para la poesía.