jueves, 26 de marzo de 2015

Olvídame de ti

Dame una oportunidad,
un resquicio, una caricia,
un mordisco, un trago,
una calada, una aspirina,
una palmada en la espalda,
un beso en el cuello;
la dirección de tu primer gemido,
las coordenadas exactas
del último beso,
la fórmula de los logaritmos
de tus manías,
la solución para los domingos,
la hora a la que quedamos
mañana por la tarde
en la entrada de cualquier cine.

Llévate bien lejos los fantasmas,
las canciones de Raphael,
los coros de niños,
la primavera, las banderas,
los escaparates, las modas,
las noches sin luna,
la cortina de las duchas;
una maleta vieja llena de cosas
nuevas,
un saco de azúcar para tus heridas,
un loro ventrílocuo que no sepa imitar
mi voz,
un sueño que te sirva de ariete,
flores enredadas en el pelo,
brillo de estrella fugaz en los ojos.

Prometo no darte ni llevarme nada más.

sábado, 14 de marzo de 2015

De alguna manera II

Repasando la línea de mis cicatrices
comencé a preguntarme
cómo huele viento a los ojos
de un ciego,
a qué saben las palabras en la boca
del mudo,
cuál será el sonido de la mar con los oídos
ensordecidos.

Me invadió un batallón de certezas
y clavó en mi esternón su bandera:
yo era aquel esperpéntico hombre
de los sentidos magullados.

No corrí porque las piernas
me tambaleaban como si estuviera suspendido
en el epicentro de un terremoto,
funambulista con vértigo crónico
pero incapaz de dejar de amar las alturas.
No salté porque la ventaja de tocar fondo
es que las caídas se vuelven imposibles
y los horizontes se vacían de precipicios,
dejando sin sentido al Finisterre 
que tanto temían aquellos locos romanos.

Have you ever seen the rain?

Llegaste y te quedaste incluso al marcharte.
Me convertiste en mí mismo otra vez
con las mismas manos con las que me quitabas
la camisa.

No eras mi mitad
si no mucho más:
eras tú y yo contigo.
Y sin tener ni puta idea de números
sabía a ciencia cierta que eras mi cociente
sin resto.
El resultado perfecto.

Tanta matemática desordenada en cuadernos
de poesía,
tantas horas muertas en mis brazos de reloj 
de arena movediza…
Nunca antes un desastre salvó tantas vidas.


Ahora lárgate; no te vayas, vuelve.
No me beses, muerde.
Descóseme estos puntos de sutura.
Quiero volver a sangrar por ti.

domingo, 1 de marzo de 2015

Ruletas y espejos

El cielo, en un parpadeo lento,
enrojecía a la vez que se oscurecía el tiempo,
advirtiéndonos del peligro y de lo hipnótico
del fuego.
Susurraban los crujidos de las vías
antiguas profecías incumplidas
de viajes al centro de la Tierra
y cohetes con destino aMarte,
haciendo volar las hojas en círculos
dentro de los portales,
reinventando un otoño doméstico
exclusivamente para nosotros.

Contemplarte, estático,
en el centro de aquella vorágine de ruletas y espejos
es, a riesgo de parecer cobarde,
lo más valiente que hice en mi vida.

Lo fue porque lo hice completamente desnudo
de trincheras y armaduras,
con los pies atados a la superficie
de un pozo sin fondo
pero con forma:
la de tus modos
- como diría un gallego -
Con las manos pegadas al viento;
libres de peso, huérfanas de miedo,
ancianas en excesos, amateurs en aciertos.

Y como eso no era suficiente para convertirme en héroe
me fabriqué una capa con mis propias alas.
Lo importante no era ya poder volar,
sino vencer de una puta vez
a todos tus fantasmas.

Ocupamos las portadas de los periódicos
que la gente dejaba tirados en los andenes,
los informativos del mediodía siempre abrían
con nuestra foto,
la única en la que no salimos nosotros.
Pero qué importaba nuestra imagen
si nos habíamos aprendido de memoria
cada remiendo.

Aquello nos hizo ser inocentemente violentos.
Nos dábamos abrazos sin avisar,
por la espalda,
nos dejábamos huella sin pisarnos,
nos violábamos mutuamente la pesadillas
al más mínimo signo de debilidad.
Era previsible adivinar
que el Juzgado de lo Social
terminaría condenándonos,
a ambos,
por buenos tratos.