domingo, 28 de junio de 2015

Triste desastre

Me voy.
No dejo mensaje en el contestador,
las llamadas perdidas son mi voz.

Busqué ser nadie para que alguien
me encontrase
tirado en cualquier orilla, varado,
con la camisa rasgada y los sueños
a un lado, ahogados, arrastrados
allí donde no estorbasen nunca más
y ningún otro quisiera volver a soñarlos.

Han hecho ya demasiado daño.

Sobre todo a mí, que los creí propios
sin saber que eran extraños;
que les puse nombre de futuro inmediato
y fecha en el calendario,
que les construí un hogar cerca de ti
con estas torpes y malditas manos
aun sabiendo - esta vez sí -
que les acabarían deshauciando
por incumplirse, por no soplar las velas
de los barcos

que no deberían apagarse jamás
pero que siempre se terminan
apagando.

Creo que si me toco aquí

                          y aquí
y aquí
              y aquí

todavía me duele lo que nunca fui...

Cuéntame qué hago ahora que no estás
y yo aún te veo,
que me crecen los enanos más siniestros
en el hueco que dejaste
donde solía estar mi pecho;
dime cómo hago
ahora que se han fundido las luces
y yo aún te busco
con los ojos de un ciego
rendido a los destellos
más sombríos.

Podemos bailar hasta sangrar
o corrernos a voces,
pudimos saber galopar
pero ahora escuecen
los tirones de crín
y las coces.

Sólo me queda el ayer, el pasado y el antes;
pese a todo, un consejo
a inconscientes navegantes:

Sed
valientes
porque
los
cobardes
nunca
tienen
Hambre.

martes, 2 de junio de 2015

Experimento delirioso

Vengo de ayer y voy a mañana

en el amenazante movimiento
de un reloj de araña
sobre su tela de arena.

No pasan los días
y apenas alguno se queda;
resquebrajado, hecho jirones,
resistiéndose al destino
de ver caer la noche
y que tú no estés sobre la mesa.

El tiempo tropieza. Ya va a destiempo.

Ahora trazo el plano de tu cuerpo
de memoria
como si fuera yo el arquitecto
y no la bola de demolición.
Pero los segundos corren por no llorar,
ríen que vuelan.

Y todo da vueltas y vueltas y vueltas
y más y más vueltas
en una espiral de horas muertas.

A veces me quedo quieto
y disfrazo el miedo de costumbre
para dejar de temblar,
a veces me rompo
y me quedo dormido
como un faquir
sobre los pedazos
que cayeron boca arriba
sin saliva;
juego con su reflejo
y me alejo,
pienso en sentido contrario,
sueño en dirección prohibida.

Caos como forma de vida.
Y como fondo que no se toca,
se acaricia. Pensando que así
no será tan frío este invierno,
creyendo por un momento
que lo que veo es un mundo nuevo
donde sangrar y llorar
abre puertas y no heridas,
donde los payasos son reyes
y los reyes no existen.

Voy a mañana y vengo de ayer.

Así
una
y
otra
vez.