viernes, 28 de febrero de 2014

Por un instante, fuimos gigantes

Escribiste:
Todo lo que sé de volar
me lo enseñó él.

Y en ese mismo momento
volví a creer.
Nunca se trató de parecer
si no de ser;
y eso es algo que nadie
ha sabido entender mejor que tú,
pequeño intento de guerrera.
A veces te imagino
con la cara pintada de colores
y un grito en la voz,
pronunciando "libertad"
con el puño cerrado y el corazón abierto,
de par en par.
Otras me limito a saberte eternamente fugaz,
como todos los verbos
que aún nos quedan por conjugar, descuida.

Algunas se quejaron
de que el poema más largo
que jamás escribí
era por y para ti.
Yo nunca lo entendí.
Ahora sí.

Me he dado cuenta de las ganas
que tengo de salpicarlo todo contigo,
de llenarnos de barro sin quitarnos
el abrigo,
porque es invierno ahí fuera
y últimamente hace mucho, mucho frío.
Parece que va a salir el sol
pero casi siempre acaba nevando,
lo que no está del todo mal
porque el color de mi jardín
me recuerda cada mañana
al de tu piel.
Y el olor del café a todos los desayunos
que nos debemos
y el sabor de la primera calada
a tus besos de incendio.

Que pusimos Madrid
a nuestros pies
y la poesía en nuestras manos, joder;
nos miraban y no nos creían humanos,
borrachos de tanta magia como estábamos.
Y si no que le pregunten a mi resaca
- que aún me dura -
o a las marcas de mi cuello
o, en caso desesperado,
a los camareros del Más Allá,
que no eran zombies ni fantasmas
- esos ya se encargaron de crearlos otras -
si no espectadores en primera fila
de tu arranque por Extremoduro,
del 'so payaso' que le dedicaste
a mis ojos como criticándoles
con íntima delicadeza
por todo el gris.

Por un instante, fuimos gigantes.

Memorizamos cada calle que pisamos
pensando que de esa forma
nunca nos perderíamos del todo,
bebimos del mar que improvisamos
en Fuencarral y zarpamos,
sin rumbo,
que es de la única manera que aprendimos a avanzar.

miércoles, 26 de febrero de 2014

La generación (que dieron por) perdida

Somos la estrategia fallida
de un proyecto infalible
que idearon en los 90.
Somos la principal excusa ante la mentira,
el objetivo número uno de su ira,
las vacaciones en el infierno
a las que nos condenaron
para conseguir a cambio unas dosis
de morfina.

Nos han convertido en fieras hambrientas
de Justicia, Libertad y Derechos,
en la generación que transforma sus palabras vacías
en nuestros propios hechos,
en la rebelión de una granja desde la que pedimos por favor
que los lobos se coman a nuestros granjeros.
Sin querer, nos han empujado a crear en vez de creer,
a soñar antes de crecer.
Simplemente por incompetencia.

Gracias.

Estamos preparados para combatiros,
vamos armados hasta los dientes
de versos, humo y accidentes
con la convicción de quemaros la ropa
antes de empezar a disparar a la sien;
os diremos que no hay problema,
que todo está bien.
Sí, también nosotros sabemos hacerlo,
no sois tan listos como creéis.

Haremos desaparecer escaparates,
vuestros diamantes y vuestros yates;
construiremos teatros de poco aforo
- a millares -
levantaremos la voz y os bajaremos la mano,
dibujaremos un futuro en acuarela
sobre el lienzo sepia del pasado.

Esperadnos, que ya vamos.

He dejado de disimular,
soy otro loco a vuestros ojos.
Es un paso más,
ahora ya me podéis atar.
Adelante, arrasad el jardín
sin preguntarme por el nombre de las rosas
y sin tener en cuenta para nada si es otoño,
primavera o cualquier otra cosa.
Desterradme a Pandora.
Una vez allí, yo estaré incomunicado y vosotros a salvo.

No olvidéis que es importante que la cuarentena
dure al menos cuarenta años.