miércoles, 29 de mayo de 2013

Revolución

                                                                                     "Pensé en francotiradores serbios
                                                                                                   disparándote mi amor"


Fuimos gatos en los callejones del infierno; asesinamos a falsos dioses con el sudor de nuestra espalda, gritamos 'revolución' desde la orilla de la luna. Creo que intentaron callar nuestros sueños disparándonos detrás de barricadas construidas con kilómetros y otras drogas. Quizá sólo sea una escusa de autoengaño.

¿Cuántos ojos nos miraron y después se escondieron detrás de párpados de celos? ¿Cuántas gotas de viento guardaron los susurros que erizaban mis oídos? ¿Cuántos poetas quisieron escribir sobre el amor y acabaron escribiendo sobre nosotros? Números y más números. Y yo soy de letras. Perdona.

Quise recordarte para escribirte. Algún gesto de tu sonrisa, un suspiro en el estribillo de una canción cicatrizada, una caricia de nieve y fuego, un giro de tu cuello, un botón desatado, algo. Pero no encontré nada. He olvidado cómo rebobinarme.

Viendo que mi musa ya no lleva tu nombre creo que lo mejor será dejarlo aquí. Y ya sabes, recuérdame. Yo seguiré recordándome cada noche que hubo un día en el que te olvidé.


sábado, 18 de mayo de 2013

Mar de nubes

La radio ardió y escupió una canción no apta para corazones infartados (creo recordar que entre poetas lo conocen como "Cáncer sentimental", no sé). No habían sonado las tres primeras notas cuando me llegó su primera palabra. Fue escrita, sí; pero yo escuché un fuerte disparo, como esos que marcan la salida de una carrera de galgos. El mundo empezó a coger más y más velocidad, a girar de nuevo tras meses inmóvil.

Si mi desgastada memoria no me falla, esa noche no había estrellas; o sólo brillaba ella, o yo que sé. Pero recuerdo que, por un momento, temblé. Debió ser un escalofrío involuntario producido por el roce de las llemas de sus dedos empujando mi cadera hacia arriba, sacándome del fondo del mar de mis heridas.

No me atreví a cerrar los ojos, ningún sueño está a la altura de esta realidad, pensé. Y por primera vez en demasiado tiempo, no me equivoqué. Las historias que comienzan con una sonrisa son hermanas de la eternidad, volví a pensar.

Los días se consumieron entre apuntes sobre Neruda y Joyce, ya teníamos los primeros tiestos de nuestro jardín de promesas. Malasaña parecía el mejor callejón en el que gastar una de nuestras ¿siete? vidas, los "Passenger" nos componían una banda sonora a medida y el cielo estaba nublado.

Harto de lunas, le prometí una nube. Nada es romántico más allá de París y la luna. O eso nos hacen creer.

¿Una nube? No imagino mejor forma de volar.

¿Cómo? Soñando mucho y muy fuerte.

viernes, 10 de mayo de 2013

De alguna manera

Saboreando el suelo, pisando heridas desabrochadas. Ese es su día a día, su noche a noche. Y, de alguna manera, lo entiendo.

Tiene una sonrisa de esas que no se pueden confiar a cualquiera, no todo el mundo se merece el privilegio de rozar desde tan cerca las estrellas. Y, de alguna manera, ella lo sabe.

La ciudad sin mar le observa mientras desaparece entre las bocas de metro, que son menos bocas sin sus labios en el andén. Y, de alguna manera, le anhelan.

Sé que hay domingos en los que mira al cielo en busca de versos que golpeen contra el asfalto en forma de gotas de lluvia. Y, de alguna manera, eso es magia.

Apenas sé su nombre y el del río que se ve desde su azotea. Y, de alguna manera, es suficiente.

martes, 7 de mayo de 2013

Perpetua fugacidad

Esquivé jaulas calibre 47, encerré noches en balas para pájaros exóticos y disparé silencios sordos contra un mar al que se le caían las olas al llegar el otoño. Fueron años difíciles para soñadores como yo.

Creí que nunca llegaría a despertar de aquel insomnio profundo que hacía sangrar mis ojos en poesía, creí que mi futuro no sería más que un reflejo borroso de los charcos de mi pasado anticipado.

Mentiría si negase que su cuerpo era una cárcel en la que cumplir cadena perpetua parecía la mejor de las condenas. En cambio, sería sincero reconociendo que los barrotes de la celda estaban forjados con el mismo frágil y efímero material con el que se daba forma a mis sonrisas. Es decir, con felicidad.

La debilidad de mi felicidad sólo era comparable a la de una pompa de jabón, incapaz de no explotar en el vacío al mínimo contacto con la realidad.

Al final, cuando menos lo esperaba, escapé de allí. ¿O sería más correcto decir que rebajaron mis años de condena por mala conducta? Quizá sí, no lo sé.

Lo único que tengo claro es que el tiempo a destiempo huye, y quiero que sepáis que no volverá jamás.

Planes de un presente lejano

El brillo de una nueva ilusión que nos vacíe de sombras. El sonido del rock and roll que nos erice, las cervezas que simpaticen; entre ellas, con nosotros.

Las nubes como persianas, como cómplices. Las velas de los barcos que nunca se apagan, los vestigios de una odisea reconstruidos en la orilla. Las cosquillas escondidas entre las rocas, las manos locas; el placer furtivo, los roces clandestinos. Sus ojos sobre mí, sus poros sobre mí. Viceversa.

Subir al cielo en sus pestañas, olvidar los sueños con legañas que ensuciaron mi mirada. Creer en amores de otro planeta; conquistarte, mujer extraterrestre, con los versos pseudoestelares de este pobre intento de poeta.

lunes, 6 de mayo de 2013

(Contr)adicción

Pasamos la vida buscando desesperadamente la media naranja perfecta, esa a la que le amargue la superficie de la piel pero que debajo de ella esconda, prácticamente bajo llave, la dulzura infinita. Y, creedme, pedimos demasiado.

Queremos al lado a una persona que nos salve la vida al menos dos veces por semana, que nos haga temblar de la misma manera que lo hace la llama de una vela cuando el viento le susurra las brasas, que quiera publicar una novela común entre su boca y nuestro sexo.

Pero, por otro lado, también queremos que nos rompa en pedazos indivisibles para poder reconstruirnos con lágrimas y saliva, que nos cambie a última hora los planes de fiesta por noches de sofá y palomitas que firmaría como suyas cualquier domingo febril, que se lleve a la boca nuestro último cigarro cuando los bares ya han cerrado y sus labios saben a ceniza.

Nuestra felicidad es una serie circular de contradicciones.
All you need is love, que diría John Lennon.

domingo, 5 de mayo de 2013

Amor kamikaze

Estamos destinados a rompernos la sonrisa, a desgastarnos por fricción, a hacer volar el mundo por los aires detonando nuestros sueños en el centro de La Tierra.

Nos ahogamos en vasos medio vacíos, el positivismo nunca quiso quedarse a dormir con nosotros. Quizá veía en ti a su monstruo del armario, a su pesadilla. Bueno, quizá no, seguro. Sin embargo, yo le ponía tu nombre al futuro.

Querernos y dolernos, comernos y gritarnos, soñarnos y arañarnos, rozarnos y envenenarnos. Esa era nuestra rutina, esa era nuestra ruina.

Lárgate; no te vayas, vuelve. No me beses, muerde. Descóseme estos puntos de sutura. Quiero volver a sangrar por ti.

París en llamas

Cuando el camino llega al precipicio sólo queda empezar a correr en los últimos metros y saltar al vacío sin mirar lo que dejas atrás. No busques salvavidas a tu alrededor, para volver a respirar primero tienes que ahogarte. Y eso duele, pero resucita.

Es inútil pensar que ella se estará muriendo por rozarte por el simple hecho de soñarlo tú cada noche en vela. No creas que estará en su cama leyendo tus cartas mientras escucha las canciones que llevan vuestro nombre por título y una lágrima se suicida desde sus pestañas para morir en la palabra amor. Esas cuatro letras que os llevaban a las cinco de París ya no os unen.

La lluvia de tu ventana hubo un verano que os bañó en la playa, pero no intentes tocarla, ahora su sal escuece en el recuerdo desgarrado de su último beso. El "quédate a mi lado" que os curaba se ha vuelto imposible de pronunciar con carmín en los labios. Olvida que algún día fueron tuyos, ya no te reconocen ni te protegen del viento que tantas veces pretendió tumbaros en el borde del fracaso, del "ni quiero, ni puedo".

Quizá lo mejor sea no seguir ninguna de estas reglas; vuestro amor nunca entendió de imposiciones, siempre se manifestó en contra del olvido.

P.D. No te he espíado, yo también estuve enamorado de la misma manera, aunque no de la misma persona. Y, eso, es lo que hace especial a cada puta historia de amor.

viernes, 3 de mayo de 2013

Posos de café

Todos hemos sido vencidos, al menos una vez, por una mujer. Miran, besan, sienten y hacen sentir; gritan, desgarran, matan. No busquéis rosas sin espinas, si no duele no deja marca. Al fin y al cabo la vida es eso, una colección de cicatrices.

Llegará la hora de abrir una nueva herida, la siguiente utopía taciturna con falsa vocación de eternidad.

Será escritora. Me analizará hasta el último rincón de mi piel, pasará noches en vela escribiéndome algunos versos antes de caer rendida sobre mi pecho y guardará en palabras cada declaración de amor y guerra que nos hagamos debajo de las sábanas.

Será cantante de rock. Me sacará una lágrima del estómago con su versión de "Piano man", viajaremos susurrando la costa en una Volkswagen en busca de festivales con sabor a cerveza y se tatuará una luna en el costado para hacerme sentir aún más cerca de las estrellas.

Será abogada. Pondrá una orden de alejamiento contra la soledad, apelará a mi presunción de inocencia para pasar por alto mis tormentas y recurrirá ante cualquier juez la sentencia nocturna que le obligue a cumplir condena en otros cuerpos.

Será pintora. Dibujará jaulas abiertas y botellas de vino vacías, dará otro color a esta escala de grises que es mi vida y firmará con un beso en la esquina inferior izquierda de mi vientre.

Puede que sea muchas cosas y nada a la vez. Quizá de lo único que esté realmente seguro sea de que será diferente. Es decir, como todas las anteriores.