viernes, 29 de mayo de 2015

Fue jodido mientras no duró

Cortarme debajo de la barbilla
con el borde de tus cornisas,
ir a la guerra
desnudo de metralla
pero contigo en la trinchera,
esperarte en el octavo cielo
para desayunarnos los sueños
que cumplimos anoche
mientras rompíamos promesas
a embestidas.

Eres mi mayor victoria
porque después de ti
me eché a perder,
porque navegué sin rumbo ni remos
por los canales absurdos
de otros cuerpos
 
y me lo jugué todo a una carta
que aunque llevaba tu dirección
en el reverso
nunca tuve el valor de hacerla volar
por
     si
        le
           fallaban
                          las
                               alas.

Sin ti llegó el negro. El luto de espejo.
Volvieron huracanes con tu nombre
que arrasaron todo a su paso
dejando un desierto de caricias
y abrazos
donde los oasis eran volcanes de arena, 
manantiales de piedras.
 
Compartí temporada en el infierno
con Rimbaud y con tu recuerdo
golpeándome contra el pecho
y tus labios dibujados por mis dedos
sobre el viento
a los que recité cada poema
que hizo rebosar de bolas de papel
mi papelera.

Borrones y errores. Eso fui.
 
Me olvidé los colores, aprendí
a pintarle nubes a los soles.
Me volví experto en tormentas
y apenas me mojaba,
caí en cada paso que di
e hice de los socavones mi coraza.

Fue jodido mientras no duró.

Aprendí que los días
sin ti
son océanos de ginebra,
dos puñados de eternidad,
las esquinas de los círculos:
lugares donde es imposible sobrevivir.

jueves, 28 de mayo de 2015

7:54

Este invierno me acompaña desde hace años;
este infierno me araña desde hace daños.

A mi lado han ido mutando en asesinos de flores,
revoloteadores de las nieves, inconscientes lobos esteparios sin dientes
aunque con mucho, mucho hambre y un par de copas de más
pero con mucha, mucha sed.

El final está cerca. Lo anuncian las esquelas y los poetas.

Acostumbro a recordar cuando el sol maquillaba a la luna con su luz,
sacándola a bailar, iluminando desde la distancia todos sus cráteres, 
descubriendo su cara oculta, cubriendo de estrellas
cada una de sus pestañas

y las noches eran, por aquel entonces,
de ambos.

También me acuerdo de ti
y a menudo me busco en todo
aquello que nunca fui
por ser demasiado valiente.
Suelo, además, volver de cuando en cuando
a la plaza donde siempre te conocí
por ser delicado cobarde.

Hace no tanto me contaron que el frío sólo puede curarse con calor.
Y he pensado que, claro, tú llevas hogueras bajo los ojos y cerillas entre las costillas,
un arsenal de lanzallamas por boca y las manos de quien moldea el metal ya fundido
a base de martillazos con tacto de caricia.

Así que he decidido salir desnudo a por ti, cruzar el bosque escarchado,
quitarme de encima y de una vez por todas
este enero eterno en el que nací.


El fuego es mujer; lo sé porque te tuve entre mis yemas
y en tus propias llamas te vi arder.

jueves, 7 de mayo de 2015

Inventario en la despedida

Quédate con la luna pero
no me abandones
ahora.

Escupe ríos de serpentina
y sigue el curso
no marcado.

Baila entre las flores, Primavera,
te adorna el color
del fuego.

Refúgiate en mis heridas,
que compartir contigo
es sanar.

Cuida, sobre todos, tu manera de mirar
el mundo con los ojos cerrados
para sentirlo mejor.

Busca la manera de escribir
en la línea del horizonte
un soneto.

Corre, crea, salta, envenena,
que la suerte es azahar
en tus manos.

Despreocúpate del amor en rodajas
porque los mejores platos
los sirve tu boca.

Seduce a lo que sucede a tu lado
aun en la maldita adicción
que marcan los lazos.

Estudia los trazos del pasado
que hoy son errores
lejanos.

Supón que mañana es noviembre,
viernes sin despertador,

y que vienes y vuelves.

Aun sin voz.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Memorias de un cuento chino

Eras un cubo de Rubick
con sus seis caras,
una por estado de ánimo:
la luciérnaga estando contenta,
la botella a la deriva en la tristeza,
la tormenta cuando el enfado,
la tortuga de la paciencia,
la música al sentirte cansada,
la cicatriz
              
                  siendo nostalgia.

Pero una vez resuelta,
una vez encajadas tus piezas,
el enigma se volvía certeza
y la incógnita eras tú
despejándote sobre mí.
El mayor espectáculo de la Tierra,
un juego infinito de luces y polvo
de estrellas,
lo que nunca te dije
aún sabiendo que te lo decía
constantemente a cada instante.

Mi octava maravilla lleva tu risa,
tus vestidos, tus orillas mojadas,
tus gestos de equilibrista.

Las otras siete murieron ya
de envidia.

lunes, 4 de mayo de 2015

Carta a Jean

Todo tiene un final.

Se ha apagado la llama de la última cerilla
que prendió la mecha de los fuegos de artificio
y malabares en malos bares
con el único propósito de escribir un verso más
sobre la barra.

Me largo de donde nunca fui soldado
porque todas las banderas me quedan grandes
y eso es algo que no pueden entender
quienes todo lo saben.
Las mentes que se piensan pensantes, 
los extraterrestres mundanos,
la falsa poesía en los labios 
de quien menos la siente;
siempre la misma cita de Borges,
siempre un "¡oh, capitán, mi capitán!"
entre los dientes.
Sus heridas no borbotearán jamás 
sangre caliente.

¿Qué hago yo aquí, entonces?
Si aún recuerdo los nervios de los recitales
en los que nunca se escuchó mi voz,
si me pesan las promesas de libertad e ideales
en las que tanto les gusta escupir su filosofía barata
y consejos de quita y ponte un ron
para aliviar tanto mal trago.

Me he sentido astronauta en las estrellas equivocadas,
me he sentado en lunas de otros planetas, 
he viajado en cometas atados a las muñecas,
he vivido en constelaciones perdidas 
donde aún es invierno siempre
y los árboles no cambian sus hojas 
por no pasar página.

Esta es la última vez. Mi reencuentro con las despedidas express.

Lo que te han dicho por ahí de que soy poeta,
no lo creas.

Ya he dicho antes que me quedan grandes
todas las banderas.