miércoles, 21 de enero de 2015

En clave de mi - y de ti -

El sonido a lluvia me hipnotiza.
Esas notas nunca las supo tocar Mozart.

Pretendí torpemente enjaularte
en un pentagrama.
Hacer de ti mi canción,
esa que habla de tus aires
de guitarra eléctrica
y tus dotes de cantante
al oído,
la que tardé más de media vida en componer
porque joder, perdóname,
no te conocía.
Pero contraté a una orquesta al completo
y te convertí en única solista
y te iba a ver cada noche al teatro
de las luces apagadas
y nunca pagaba entrada.
Nunca.

Hasta que empezamos a desafinar.
Nos rompimos los tímpanos con tanto grito,
los gallos que nos salían por la boca
se apuntaban a todas las batallas
y la cosa pintaba a que allí
no iban a quedar supervivientes.
Así que me fui
antes incluso de despedirme.
No pintaba nada en ese cuadro,
si acaso sombras.

Yo no le pido peras
a mi magnolio.
Porque no me gustan.

Sabes que soy más de fresas
con nata
y
por
tu
espalda.
Dibujando un trazado de i latina,
aunque seas más Grecia
que todo Atenas manifestándose
en la Plaza Syntagma
y yo me sienta Ulises
a cuatrocientos kilómetros de casa,
en una travesía de mar enfadada,
en un tira y afloja con las cuerdas
que mantienen en la superficie
nuestra pequeña flota
de barcos hundidos.

Tanta deriva acabó magullándonos
las entrañas.

Pero has sido el mejor naufragio de mi vida.