viernes, 7 de octubre de 2016

Lo que arrasó la ciudad sin playa

Fue un tsunami
lo que arrasó la ciudad sin playa.

Guardé rencor
durante tanto tiempo
que el odio se me pudrió
dentro
y se abrieron para mí
las piernas del subcielo.

Fui rebelde con todas sus
consecuencias
sin importar la causa;
una barca encallada
en la recámara,
una bala a la deriva,
sin rumbo
y sin trayectoria,

        perdido

como la mirada
o la memoria.

Déjame confiar en la tormenta,

he visto a niños esperar la lluvia
para improvisar piscinas
en los cráteres
que dejan sobre el suelo
las bombas en Alepo;
zambullirse,
vencer la guerra
a carcajadas,
definir la poesía
al salpicarse.

Sigo roto pero ahora reconozco
todos los trozos
y ya no es diciembre
pero aún dueles,
este jardín sin flores
no se parece a tu vestido,
el mismo fuego
que me quema
es con el que juego
a diario.

Seguiré agarrado a la espiral
del huracán
porque me debo a la curvatura
de un boomerang:

tardaste tres palabras
en volver,
el tiempo exacto
que se tarda en pronunciar
un

No te vayas.